En la medida de lo posible, he estado en estas semanas escribiendo mucho acerca de mis experiencias durante mi viaje a Brasil en febrero pasado. Es así que hoy me toca contarles acerca de un lugar del cual no me arrepiento para nada de incluir en mi itinerario: Paraty.
El paraje se encuentra en el Estado de Río de Janeiro, a apenas 250 km por carretera (en línea recta es bastante menos) de su tan famosa ciudad capital, coronada por el Cristo Redentor y de orlas famosas como la de Copacaba o Ipanema. Bueno, de eso en Paraty hay poco, pero no por eso hay lugar para la decepción. En absoluto. Además de estar en una posición geográfica privilegiada (la bahía en que se encuentra le permite compartir, junto a destinos turísticos de nivel como Ilha Grande y Angra dos Reis, hermosas aguas verde-azuladas, morros y lindas playas), el lugar es de gran valor estratégico, o al menos lo supo ser. Esto, de hecho, hizo que durante mucho tiempo el punto tuviese una gran relevancia. Pero como veremos después, el correr del tiempo hizo que quedara a las sombras de Río y Salvador. Y en esto reside su gran atractivo como sitio histórico.
Centro histórico de Paraty |
Quiero destacar que una mis primeras impresiones sobre este lugar, a través de Internet, fue que me hacía recordar inexorablemente a Colonia del Sacramento, destino must-see de Uruguay. Para contextualizar al extranjero: una ciudad colonial de origen portugués, con calles y casas de época. Salvando las distancias de latitud, clima y entorno geográfico, ambas son perfectamente comparables. La diferencia es que Paraty jamás aparece entre los grandes destinos de Brasil, pese a que en mi opinión merece mayor atención. Tal vez porque, como comentaba en otro artículo, el elemento playa juega mucho en las listas de destinos, reconocimiento del que si gozan otros sitios del estado como Búzios, Arraial do Cabo y los que mencioné unas líneas atrás.
Quizás sea aquello de destino para pocos lo que le otorga parte de su magia e invita a descubrir y satisfacerse gratamente con la visita, sea el tiempo que te quedes. Eso les quiero transmitir. Comenzamos.
Quizás sea aquello de destino para pocos lo que le otorga parte de su magia e invita a descubrir y satisfacerse gratamente con la visita, sea el tiempo que te quedes. Eso les quiero transmitir. Comenzamos.