Los invito hoy a pensar hoy sobre un tema un tanto serio, relevante para los ciudadanos del mayor país de América del Sur y que nos es útil a quienes vivimos a sus márgenes para aprender y comprender.
He de admitir que me costó terminar y publicar esta entrada, por motivos de estudio y personales, además de que mientras el lanzamiento se atrasaba, más cosas iban sucediendo en Brasil. Pensé incluso en que ya había quedado en el camino y que podría abandonar su redacción, pero luego me di cuenta que la validez de mis palabras a continuación sigue siendo la misma que en marzo, cuando comencé, y que en febrero cuando realicé mi viaje.
Antes de continuar, quiero pedirles la mayor comprensión posible en cuanto a la intención de mis palabras, que es simplemente generar conciencia a partir de mis impresiones, sintetizadas en juicios de valor. Muchos estarán de acuerdo y otros no, y sé que algunos de mis lectores serán brasileños, por lo que espero que sepan comprenderme desde mi punto de vista y no generar polémica, sino reflexión y que ayude esto a un mejor futuro en su país y la región.
Ese fue uno de los aspectos de los que me propuse descubrir e indagar más cuando realicé mi viaje a Brasil en febrero: ¿cómo un país tan grande, tan vasto, con tanta población y tanto potencial, puede estar sumido en una crisis, en parte por culpa de toda una trama de corrupción?
Algo de presentimiento tenía en cuanto a lo que creía que iba a encontrar. Quería interrogar a muchas de las personas que conocí sobre cómo se vive en un país en crisis económica y política. Y allá fui. Hablé sobre esto con mis amigos, con los choferes de taxi, con algún manifestante, con amigos de amigos y así logré hacerme una idea general, que la resumo en una pregunta: ¿en quién creer y volver a confiar?
Es por esto que quiero contarles sobre el Brasil que encontré.
Antes de continuar, quiero pedirles la mayor comprensión posible en cuanto a la intención de mis palabras, que es simplemente generar conciencia a partir de mis impresiones, sintetizadas en juicios de valor. Muchos estarán de acuerdo y otros no, y sé que algunos de mis lectores serán brasileños, por lo que espero que sepan comprenderme desde mi punto de vista y no generar polémica, sino reflexión y que ayude esto a un mejor futuro en su país y la región.
Ese fue uno de los aspectos de los que me propuse descubrir e indagar más cuando realicé mi viaje a Brasil en febrero: ¿cómo un país tan grande, tan vasto, con tanta población y tanto potencial, puede estar sumido en una crisis, en parte por culpa de toda una trama de corrupción?
Algo de presentimiento tenía en cuanto a lo que creía que iba a encontrar. Quería interrogar a muchas de las personas que conocí sobre cómo se vive en un país en crisis económica y política. Y allá fui. Hablé sobre esto con mis amigos, con los choferes de taxi, con algún manifestante, con amigos de amigos y así logré hacerme una idea general, que la resumo en una pregunta: ¿en quién creer y volver a confiar?
Es por esto que quiero contarles sobre el Brasil que encontré.