miércoles, 24 de mayo de 2017

Sobre el Brasil que encontré

Los invito hoy a pensar hoy sobre un tema un tanto serio, relevante para los ciudadanos del mayor país de América del Sur y que nos es útil a quienes vivimos a sus márgenes para aprender y comprender.
"Ni izquierda ni derecha, ¡ANARQUÍA!"
(Imagen del Congreso Federal)

He de admitir que me costó terminar y publicar esta entrada, por motivos de estudio y personales, además de que mientras el lanzamiento se atrasaba, más cosas iban sucediendo en Brasil. Pensé incluso en que ya había quedado en el camino y que podría abandonar su redacción, pero luego me di cuenta que la validez de mis palabras a continuación sigue siendo la misma que en marzo, cuando comencé, y que en febrero cuando realicé mi viaje.

Antes de continuar, quiero pedirles la mayor comprensión posible en cuanto a la intención de mis palabras, que es simplemente generar conciencia a partir de mis impresiones, sintetizadas en juicios de valor. Muchos estarán de acuerdo y otros no, y sé que algunos de mis lectores serán brasileños, por lo que espero que sepan comprenderme desde mi punto de vista y no generar polémica, sino reflexión y que ayude esto a un mejor futuro en su país y la región.

Ese fue uno de los aspectos de los que me propuse descubrir e indagar más cuando realicé mi viaje a Brasil en febrero: ¿cómo un país tan grande, tan vasto, con tanta población y tanto potencial, puede estar sumido en una crisis, en parte por culpa de toda una trama de corrupción?

Algo de presentimiento tenía en cuanto a lo que creía que iba a encontrar. Quería interrogar a muchas de las personas que conocí sobre cómo se vive en un país en crisis económica y política. Y allá fui. Hablé sobre esto con mis amigos, con los choferes de taxi, con algún manifestante, con amigos de amigos y así logré hacerme una idea general, que la resumo en una pregunta: ¿en quién creer y volver a confiar?

Es por esto que quiero contarles sobre el Brasil que encontré.


Comencé a escribir esta entrada cuando se destapó una red de corrupción y sobornos para vender carne adulterada en estado de descomposición. Sin embargo, sólo conseguí terminarla a días del episodio más grave hasta ahora de la crisis política, cuando se divulgó el audio que demostraría que el presidente Michel Temer sobornó y silenció casos de corrupción, lo cual volcó nuevamente a miles de personas a las calles durante estos días.

Contextualizando un poco, Brasil se encuentra en su segundo año de recesión económica. Resultados recientes dan cuenta de esto, como un estancamiento en el Índice de Desarrollo Humano (IDH): por primera vez desde que se mide este indicador, no hubo crecimiento. Por los resultados de 2015 y 2016 del PBI neto, el decrecimiento acumulado lleva más del 10%.
El complejo entramado de partidos políticos en Brasil puede observarse (en parte) en esta serie
de placas a la entrada de la Asamblea Legislativa de Sao Paulo (Poder Legislativo estatal).
¿Cómo llegamos a esta situación?

La actual crisis política estalló tras el recordado impeachment de Dilma Rousseff, aquel que gran parte de la población brasileña, independientemente de estar a favor o en contra de la ex mandataria, lo vieron como "un gran circo", de a ratos literalmente, con recordadas intervenciones de diputados y enormes festejos en las calles. Este proceso, de por sí muy inusual, terminó de forma más seria, con la propia Dilma y el Presidente del Supremo Tribunal Federal, es decir que se encontraban los tres poderes del país en la misma sesión.

Deberíamos también comprender previamente su sistema político, bastante ajeno a lo que cualquier uruguayo está acostumbrado. En él conviven gran cantidad de partidos, algunos regionales y otros de nivel nacional, y tal composición de múltiples actores sin un peso considerable lleva a acuerdos particulares para alcanzar mayorías parlamentarias. En primer lugar esto choca con el sistema bipartidista (como EEUU o Uruguay en la mayor parte de su historia) o tripartidista (como es en la actualidad). Es así como se generan coaliciones aparentemente imposibles, como la que las últimas elecciones presidenciales de 2014: el Partido dos Trabalhadores (PT, izquierda) y el Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB, de centro-derecha.

Es común oír en la izquierda un argumento de que Dilma fue elegida por 55 millones de votos y Temer no. Sin embargo, los votos de aquella elección pertenecieron a la fórmula Dilma-Temer, y que visto los acuerdos alcanzados, implica que muchos millones de votos entre esos 55 provienen del PMDB, aunque sea difícil de reconocer.

Mientras algunos hablan de golpe, también es cierto que las cámaras siguen funcionando normalmente, al igual que el Supremo Tribunal Federal (una especie de justiciero en esta crisis, ya que se ha mostrado muy independiente), y el año pasado se llevaron a cabo elecciones municipales con normalidad. El único que parece estar fuera de lugar es quien ejerce la Presidencia, que no hace más que cumplir la función que le asignó la constitución para el caso de suspensión o ausencia de quien fuera elegida como Presidente. 
El Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra ha sido uno de los grandes opositores al gobierno de Temer. La crisis política ha convertido su distintivo color rojo (compartido con el Partido dos Trabalhadores) en una especie de tabú para quien no es de izquierda.
Por supuesto, es imposible negar que el impeachment que lo llevó a ese lugar ha sido en gran medida deslegitimado por las sospechas de corrupción que alcanzan a la mayoría de quienes apoyaron tal proceso. Allí comienza otro problema, sintetizado en la frase "sacaron a una corrupta para poner a otros corruptos". Una especie de chivo expiatorio, culpable pero no tanto, que permitió blindar a quienes gobiernan ahora, por lo menos durante un tiempo...

¿Actualmente que está pasando?

El más reciente "destape" de Temer lo dejó prácticamente desamparado, con poca capacidad legislativa de impulsar las reformas que desea, ya de por sí muy polémicas y que han generado masivas protestas, concretamente una reforma al sistema laboral, de la seguridad social y de la educación. Eso me recuerda a una portada de diario que vi durante mi viaje, que pueden ver más abajo:
El diario Zero Hora (Porto Alegre) titula el 9 de febrero Temer cambia popularidad por amplio apoyo en el Congreso.
Efectivamente, observamos que la estrategia de Temer ha sido dedicarse meramente a la tarea administrativa y ejecutiva del gobierno para llevar sus políticas de austeridad, las cuales entiende que ayudarán a mejorar el país (el único resultado notablemente visible hasta ahora ha sido la baja de la inflación a casi la mitad, pero algunos dicen que es al precio de alto nivel de desempleo y merma en el consumo, o lo ven como consecuencia del gobierno anterior). Es posible pensar también que, a conciencia de que algún día sería descubierto como corrupto, hace e impulsa tranquilo, consciente de que de todas formas será un presidente para el olvido, es decir, se ha resignado a buscar el apoyo en cierta cantidad de los 200 millones de brasileños.

Las encuestas de opinión ciudadana jamás respaldaron en estos meses a Michel Temer, que mantuvo niveles de aprobación tan tristemente bajos como los de su ahora archirrival, y ahora definitivamente ha tocado fondo.

Volviendo a la corrupción: los políticos están confabulados para robar. La frase más repetida durante mis conversiones fue algo así como "todos hacen parte de una gang" (una banda de delincuentes), y refleja cómo la corrupción atraviesa el sistema político, es decir que incluso políticos de diferentes partidos, muchas veces alejados ideológicamente, coinciden de todas formas a la hora de guardar silencio o recibir sobornos. Esto explica el descreimiento: la gente no encuentra seguridad en casi ningún sector, nadie con poder político relevante en el país está fuera del entramado de corrupción.

¿Adónde viene a parar todo esto? Por supuesto, a la población. Escándalos como el de la constructora Odebrecht dejaron cientos de obras detenidas en todo el país, como pude ver yo mismo, por ejemplo, en el sur del país. El caso de la carne adulterada que mencionaba al principio puede tener consecuencias nefastas en la salud de quienes la consuman. Estos son apenas dos ejemplos, y creo que todavía quedan muchos casos por descubrir con consecuencias aún más nefastas, como el medio ambiente.

¿Qué depara del futuro de Brasil?

Bolsonaro y Lula son los principales luchadores en el ruedo al momento de publicar esta entrada. El primero es cotidianamente visto como "un Donald Trump brasileño", por su dialéctica relativamente grotesca y por su carácter ideológico conservador. El segundo parece estar nuevamente en la disputa, haciendo leña del árbol caído, pese a ser constantemente investigado, con una retórica agresiva y populista, incluso luego de episodios como el de su sospechoso nombramiento como ministro por Dilma Rousseff meses antes de ella ser apartada del cargo, lo cual le permitía gozar de fueros para evadir la Justicia brasileña. De todas formas, siendo objetivos, es cierto que se repiten muchos más nombres asociados a la derecha que a la izquierda política de Brasil, pero aún así están en todo el espectro político. Uno de estos es el de Aécio Neves, el candidato que perdió por muy poco la elección de 2014 y también ha sido salpicado por el escándalo.


¿Son las elecciones directas la solución? Sí, si Temer renuncia antes, quien complete el período logrará legitimarse completamente, pero estaría condenado de todas formas a ser más de los mismo.

Un manifestante espontáneo un día domingo en la Avenida Paulista, Sao Paulo:
  "Fuera políticos de nuestra patria. ¡Vamos a honrar al ejército brasileño (que) va a ocupar su lugar!
Un país polarizado no es un país en condiciones de avanzar, y la apatía o descrédito en la política, ya de por sí un típico fenómeno posmoderno, no hace más que acentuarse y en cierta manera es peligroso. En una república representativa los ciudadanos eligen a sus representantes, y es sano y necesario que ellos cuenten con cierto respaldo que le dé legitimidad a sus acciones, ya que de lo contrario tenderá hacia un sistema oligárquico, como el que dominó Brasil las primeras décadas como república. De hecho, este país pocas veces conoció su democracia plena, por lo que el este estado de vulnerabilidad es en realidad la regla y no la excepción, habiendo sido pocos los presidentes que completaron su mandato.

Por supuesto que cuando digo lo anterior, lo hago pensando en el ciudadano común, porque el militante, a quien intento comprender ya que quien habla también lo es en su país, seguramente busca creer en el político que apoya, y sigue creyendo en que la solución a la crisis está en él y no en otro. Un problema en todo esto es cuando el apoyo es muy fuerte y no hace más que acentuar las diferencias y la polarización.

Otro asunto más problemático es cuando la decepción de los ciudadanos se canaliza a través de movimientos radicales o surgimientos propiamente por fuera del sistema político, lo cual puede traer consecuencias aún peores (como el ejemplo de la foto de arriba), incrementando el odio y el uso de la violencia en contra de determinados grupos. Como relataba en mi entrada anterior, durante el proceso de impeachment llegó a rumorearse acerca de movilizaciones militares en cuarteles.
Las frases en contra de temer han invadido todo el país y aparecen de formas diversas en las paredes.


En un momento determinado de mi viaje me encontré compartiendo una salida con tres jóvenes que promediaban mi edad, y fue ahí que solté la que consideré mi pregunta más atrevida y difícil: ¿cómo ven el futuro de Brasil y cómo se ven siendo parte de él en su rol como jóvenes? Quedé sorprendido al recibir tres preguntas bien diferentes: uno me respondió que sí, que había esperanza en el futuro, otro que era totalmente incierto y otro que sería peor.

¿Acaso el surgimiento de una figura nueva, de cero, sería la solución? ¿Es posible? Como se ha visto, el poder económico de los políticos tiende a provenir de acuerdos con grandes empresas, que facilitan el financiamiento de campañas. El sistema brasileño está abierto a candidatos por fuera de los partidos, pero... ¿cómo lograría valerse de recursos para hacerse un lugar en el sistema político? Vemos en el mundo casos como el de Macron en Francia y sé que puede generar optimismo en varios, pero el poder de los adversarios de cualquier posible "Macron brasileño" es muy fuerte. Es por eso que coincido con muchos de con quienes conversé en que el futuro es ciertamente oscuro y de más de lo mismo; entiendo que ese nuevo político habrá de pactar con otro partido fuerte para ganar una elección.

Concluyendo...

Del período actual, en el peor de los casos, no queda mucho tiempo. La fecha de vencimiento de este gobierno, si es que no decide renunciar antes, llegará inevitablemente el 1º de enero de 2019, el día que asuma el nuevo Presidente de Brasil en un período normal, y la democracia plena quedará restablecida, al menos si acaso alguna vez se vulneró.

Al pensar en todo lo que he hablado anteriormente, de vez en cuando vuelvo la mirada hacia mi país, donde ya he dicho que participo activamente en política partidaria, y agradezco vivir en las condiciones que vivo, independientemente de si el gobierno es de mi agrado o no. Por supuesto que la apatía política también está presente en Uruguay, pero nuestra tradición democrática no permite la expansión del descrédito al sistema, ya puesto a prueba en momentos tan difíciles como la crisis de 2002. Por otro lado, la corrupción jamás se ha expresado como un entramado interpartidario y se encuentra lejos de estarlo, con casos de relativa pequeña magnitud y aislados.


Para finalizar esta entrada, quiero destacar una gran virtud del pueblo brasileño: su capacidad de hacer frente a la situación y esquivar el colapso social. En febrero los vi a todos compartiendo el carnaval, un reflejo entre tantos de que la gran maquinaria cultural del país no se ha visto afectada y nos sigue permitiendo disfrutar de aquello que hace famoso al país fuera de sus fronteras.

Sin haber ahondado demasiado en aspectos ideológicos, espero que les haya resultado interesante mi reflexión. Pueden escribir sus comentarios debajo o por privado, como lo prefieran, pero de todas formas me gustaría recibirlos para seguir contrastando opiniones y aprendiendo sobre lo que pasa en Brasil y cómo todos podemos llevarnos un poco de esa situación o experiencia en pro de buscar el mejor futuro que todos queremos para nuestros países.

Vai Brasil!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario