Pelotas es una de las ciudades más grandes del estado de Rio Grande do Sul, ese que tanto uruguayos como argentinos encontramos parecido en múltiples cosas, desde geografía hasta cultura, historia, e incluso vocabulario. Generalmente, para quienes provenimos del paisito del sur, la ciudad no es más que un punto de paso de camino a destinos playeros clásicos que se encuentran a cientos de kilómetros de allí, como Floripa o Camboriú.

Con sus
300 mil habitantes, Pelotas no deja de ser un punto de relevancia para la región (de hecho, si fuese parte de Uruguay sería por lejos la segunda ciudad del país). Además de ser un polo universitario, con miles de estudiantes del estado y el resto del país, es sede de una
gran tradición en producción de dulces, nacida de una historia muy particular, que desde 1986 se sintetizó en la
Feira Nacional do Doce, un evento que durante 19 días al año atrae a brasileños y, cada vez más, a turistas de los países vecinos.
Sin embargo, la feria al día de hoy sigue siendo una gran desconocida en la región, por lo que este año, tras mi primera visita a la ciudad en febrero, me propuse volver para conocer más de cerca un evento de esta magnitud, de más de
250 mil visitantes, lleno de atractivos que, como veremos más adelante, no son sólo gastronómicos, haciendo de esta feria una oportunidad de diversión para toda la familia. Luego de leer este artículo, quizás surjan ganas de parar al menos una tarde la próxima vez que viajen a las playas norteñas en verano, o, por qué no, viajar en junio a descubrir la gran historia del dulce.
Los invito a descubrir a través de mi relato y fotografía la 25ª edición de la Feria Nacional del Dulce.